jueves, 27 de octubre de 2011

Ella

Ciertamente, van a tener razón aquellos que anuncian el final de estos tiempos, la llegada del acabóse o apocalipsis... Todo son señales del fin. Esta tarde, antes de ir a jugar el partido de los jueves, pasé por la biblioteca, a devolver unos libros (unas novelas de Muriel Spark) y sacar otros ( El Brooklyn de Tóibín). Me encontré a las bibliotecarias compungidísimas. 

-No va a poder ser -me dijeron. - Se acaba de caer todo el sistema informático y no podemos hacer nada- y suspiraban con tanto sentimiento que, aunque son casi todas de la rama áspera y amarga, daban ganas de abrazarlas y consolarlas en su terrible abatimiento. 

-Ya, ¿y no saben si se arreglará a lo largo de la tarde? Porque yo he venido con estos libros y ya me había hecho a la idea de ponerme a leer el otro...- les expliqué.

-Lo veo muy negro -me contestó una de ellas, la que parecía más afectada. -En otras ocasiones ha sucedido algo parecido, pero llamábamos a Toledo y siempre nos decían que en media hora lo arreglaban, y así era. Pero hoy no, hoy nos han dicho que no tienen ni idea de lo que haya podido ocurrir, y que por lo tanto no saben cuándo se podrá arreglar semejante desaguisado.

¿Qué demonios estará sucediendo en Toledo?, me preguntaba mientras bajaba las escaleras, irritadísimo por el contratiempo. Primero fueron las farmacias, luego la educación, la universidad, las residencias de ancianos y de inocentes, y ahora, ahora las bibliotecas. "Eso ha sido ella", mascullaba, "sin duda ninguna". Porque yo, con tanto recorte, me he vuelto un paranoico completo y verdadero y ya no me engañan. El sistema no se ha caído, el sistema lo han apagado. Ella, la Cospedal, lo ha desenchufado para no tener que gastar más en libros y, con el tiempo, cerrar todas las bibliotecas públicas. ¿Qué se apuestan?


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