jueves, 20 de octubre de 2011

No le dejan a uno quedarse en casa

Cuando joven, aunque me lo pasaba muy bien cada vez que salía por ahí con los amigos, al volver a casa sentía siempre un gran agradecimiento, y hasta tenía acuñado un aforismo: "Lo mejor de salir es volver", que venía a ser la versión personal de ese aserto popular que asegura sabiamente que como en la casa de uno en ninguna parte... Luego me enteré de que ya Pascal había tratado el tema, y que aseguraba que todos los problemas del ser humano le sobrevenían por esa manía suya de salir por ahí, en lugar de quedarse en su cuarto, tan ricamente. Yo, en este asunto, soy muy pascaliano.


De todas formas, me doy cuenta de que estos tres aforismos, como les sucede a muchas de estas frases sentenciosas, resultan reversibles al modo de algunos chaquetones y otras prendas de abrigo. Es decir, que lo mismo se pueden formular del derecho como del revés. Depende de la percha de cada cual, y de su gusto. Y así habrá quien piense justo lo contrario y afirme que como fuera de casa en ningún sitio, o que lo mejor de salir es seguir o, finalmente, que todos los disgustos del hombre le alcanzan por no moverse lo suficiente de su casa y no salir a airearse más por las calles y los parques.

Se podría decir, por tanto, que la gente nos podemos dividir en dos grandes grupos: aquellos a los que no se les cae la casa encima, y los que no salen de la suya ni aunque los empujen. Lo dejo aquí consignado por si a algún sociólogo le sirve para algo.

Viene todo esto a cuento de lo que nos está ocurriendo estas últimas semanas, que a pesar de nuestra naturaleza casera y recogida, de lo mucho que nos gusta quedarnos en casa..., a pesar de ello, no hacemos más que andar por ahí, en la calle todo el santo día... Cuando no es con la Marea Verde, es con los Indignados del 15-M; cuando no es una manifestación, es una asamblea; cuando no es una asamblea, es una concentración... Y así uno y otro día, a todas horas en manifestaciones, concentraciones y asambleas...

Y eso que somos, además de caseros, un poquito misántropos, y no han sido nunca muy de nuestro gusto esas promiscuidades... Pero, si uno no se manifiesta ahora, ¿cuándo lo va  a hacer?, ¿cuándo ya no haya nada por lo que luchar y la derrota sea completa? Así que allá nos vamos cada tarde, escépticos pero ilusionados, codo con codo con otras muchas gentes... Porque no queda otro remedio. Porque si nos quedamos en casa, al final ya no nos van a dejar ni ese cuarto propio donde tan a gusto pasamos las tardes, y nos van a dejar a todos a la intemperie...

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