lunes, 17 de octubre de 2011

Hombres de balcón

A veces se lamenta  A. de que no tengamos en casa una terraza, aunque  fuese pequeña, o un balcón. Uno, por el contrario, cada día se alegra más... Me explico.

Hace una semana colgó J.Á. en su facebook  la siguiente entrada: "Un tío entró esta mañana en mi habitación por el balcón, levantando la persiana. Decía que huía porque alguien lo quería matar..."

Tenía, esta entrada, multitud de comentarios. La mayoría le pedía más detalles. Al parecer, eran las doce de la mañana, J.Á. aún dormía, y le despertó el sonido brusco de la persiana. Al erguirse en la cama, vio la cabeza de un hombre que, por la rendija que había logrado, miraba a todas partes. Al instante la cabeza desapareció, dejando caer la persiana de golpe, y cuando J. Á. se levantó y salió a ver qué era lo que ocurría y quién ese individuo, lo vio saltando al balcón del segundo, mientras gritaba que lo querían matar. Se coló en el interior de ese piso y al rato salía por el portal, corriendo y sin dejar de pedir ayuda...

Los comentarios se sorprendían de tan peregrino suceso; los parientes le pedían que tuviese mucho cuidado, pues anda la gente muy trastornada y las cosas de este mundo muy desquiciadas y fuera de su carril y también que qué hacía durmiendo todavía a las doce de la mañana, que eso le ocurría por no madrugar; los conocidos se espantaban de que ni en un tercer piso pudiese andar uno despreocupado y dormir tranquilamente hasta la hora de comer; y un amigo gracioso le preguntaba si no iría el hombre en mallas, ya que en ese caso no había duda de que se trataba de Spiderman...

Antes, la gente que veía uno en los balcones eran señores en camiseta que fumaban tranquilamente con los codos apoyados en la varanda y los pensamientos vagabundos, o abuelos sentados en sillas de playa buscando el fresco de los veranos... Ahora se ve que la cosa ha cambiado.
Pues bien, hace un par de días, a una amiga de M.J. se le colaron en la casa unos señores que le entraron también por el balcón y, sin mediar palabra, cruzaron el pasillo, abrieron la puerta y se fueron escaleras abajo.

¡Qué misterios!, piensa uno, ¡qué rara la gente!, nos decimos... Menos mal que no tenemos balcón ni terraza, suspiramos. Pero, ¿no serán estas extrañas visitas signos evidentes de la llegada de ominosos tiempos? ¿Serán ciertas las encuestas que auguran una victoria aplastante del PP? Algo de esto va a ser...

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