martes, 25 de octubre de 2011

La barrendera ida

Volvía bastante contento del partido del jueves -empate a 4, dos goles en mi haber más un regate fugaz y diabólico que no acabó dentro de las mallas contrarias por el buen hacer del portero, que envíó el balón a córner y, lo más importante, no había insultado a nadie- y en la esquina de la calle Mayor me encontré con una escena pasmosa: trabajaba entre los coches una barrendera cuando, de pronto, el carro donde llevaba los cubos y los cepillos  comenzó a andar sin que nadie lo empujase, autosuficiente y solo... Al verlo irse separando de su dueña de esa manera sigilosa y fantástica, lo primero que pensé fue que estaría la acera inclinada y que por esa razón se iba el carro tan poco a poco. Pero estaba el suelo liso como la cancha de futbito de la que venía y cuando me fijé en la barrendera comprobé que algo raro estaba sucediendo. Miraba la barrendera a su carro de un modo atravesado y extrañísimo, como se mira a una persona que está a punto de traicionarnos...  De repente se abalanzó hacia él, deteniéndolo en seco y le descargó tremendo escobazo con todas sus fuerzas. Luego rompió a denostarlo de un modo violentísimo...

- Serás cabrona- por qué se dirigía al carro en femenino es cosa misteriosa- La madre que te parió...- y volvió a levantar la escoba, aunque en esta ocasión no la dejó caer, y con ella en alto, por encima de su cabeza, prosiguió: -Como te vuelvas a mover sin que yo te empuje, te deslomo. Qué tú lo que quieres es sacarme loca..., ¡so cabrona!- y sujetándolo con fuerza se fue calle abajo, con el gesto enfurecido.

Con estos ojos vi todo esto que cuento.

2 comentarios:

  1. posiblemente la calle Mayor esté pavimentada sobre los restos de un cementerio gitano...uhhhhhhh!!!!

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  2. Pues algo de eso debe ser, porque el carro, yo lo vi, moverse se movía. Parecía querer escapar.

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