domingo, 14 de noviembre de 2010

Lindo y hondo

A Elvira Lindo nunca le agradeceremos lo suficiente El otro barrio, una novela diferente, tierna y magnífica, llena de humanidad. Desde entonces, cada vez que saca un nuevo libro  acudimos a él con puntualidad. Así con este último, Lo que me queda por vivir, novela que no lo parece, por autobiográfica y por lo leve de su argumento, que casi podría decirse que no lo tiene. Unos cuantos personajes, no demasiados, unas cuantas anécdotas que resultan mínimas historias, brevísimos cuentos, y el análisis inteligente de una larga serie de comportamientos humanísimos y de los sentimientos que arrastran consigo. Poco más. Y con tan poco, qué gran libro.





Que se trate de un libro más o menos autobiográfico, eso carece de importancia. Meterse a discutir sobre los géneros y sus límites es entrar  en un jardín laberíntico y vano. La novela, en manos de  un narrador capaz, sirve de sobra para lo único importante, a saber, mostrarnos nuestro propio corazón, tan frágil. Y esto se cumple en este libro maravillosamente. Pocos tan verdaderos, tan humanos,  tan ciertos.
La falta de un argumento nítido recuerda a algunos de los libros de Alice Munroe, a esos cuentos que fluyen como la vida, fatal y naturalmente, y que llevan dentro cada uno de ellos su propia novela. Y el tono nos recuerda mucho al de las narraciones de Natalia Ginzburg, bellísimas todas. Saber escoger a los maestros es, qué duda cabe, una señal de talento.
Como en todas sus novelas, los personajes no pueden estar mejor dibujados, perfectamente perfilados, nítidos y hondos, con sus luces y sombras: la joven confundida por una maternidad temprana y sus vaivenes sentimentales, el amigo de infancia reencontrado al cabo de los años, el padre extravagantemente seguro, arrogante y charlatán y, sobre todos ellos, ese niño melancólico, sensible y tierno, como todos los niños misterioso.
Y las pequeñas historias, cómicas como la del cirujano plástico, emocionantes como la del día de viento, tristes como la del huevo Kinder, nostálgicas como la de la niña perdida…
Todas estas cosas juntas, bien contadas, componen esta novela sentimental, inteligente, lindísima y honda.


3 comentarios:

  1. Ah¡¡ ayer mismo la compré. Ya contaré mi opinión. Si se me permite un par de sugerencias, me atrevo a mencionar la siguientes:
    - "Tuya" de Claudia Piñeiro y
    - "Riña de gatos" de Eduardo Mendoza.
    Ahí queda eso

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  2. Muchísimas gracias por la recomendación, Jesús. Y encantado de encontrarte por aquí.

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  3. La he leido con atención y esmero. Me parece a ratos empalagosa y a ratos brillante.No me ha llenado del todo

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