martes, 30 de noviembre de 2010

Books

Quien tenga afición a los libros vive, qué duda cabe, tiempos felices. No sólo tiene a mano cualquier librería o  biblioteca pública, sino que, de un tiempo a esta parte, los avances tecnológicos le permiten llevar en el bolsillo del abrigo unos tres mil o cuatro mil títulos sin desfondarse ni pasar fatiga alguna. Conozco a varios partidarios de estos libros electrónicos, y me hablan maravillas de ellos. Todas estas personas son, como no podía ser de otra manera, grandes lectores, y andan con sus nuevos cacharros como niños con zapatos nuevos. Otros, por el contrario, no quieren saber nada del nuevo invento, al que le sacan todo tipo de defectos. Todos los comienzos son difíciles.




Uno, que ni está a favor ni tampoco en contra, sin embargo prefiere esperar. ¿A qué correr? Además, para qué necesita nadie llevar en los bolsillos tres mil libros. Con uno es más que suficiente. Cuando lo terminamos, se cambia por otro y santas pascuas. Además, a mí me supondría una desazón enorme llevar encima semajante posibilidad de elección. Para alguien como yo, de natural inseguro e indeciso, eso sería mi perdición. Me colapsaría.  Dejaría de leer, traumatizado. Sin embargo, seguramente acabaremos, algún día, haciéndonos con uno y descargando novelas de internet, con tres mil títulos en la cartera, de los cuales la gran mayoría quedarían sin leer. También asegurábamos que nunca tendríamos un blog. Pero no creo que dejásemos de comprar libros de papel. No creo que renunciemos nunca a ellos. ¿Cómo dejar de tener  las ediciones exquisitas de Pre-Textos, El Acantilado o La Veleta? ¿Cómo abandonar a los autores predilectos y seguros? Probablemente eso será lo que va a ocurrir, que unos títulos los tendremos digitalizados -¿se dice así, no?- y otros encuadernados, perfumados y carnales. Del mismo modo que la televisión no mató a la estrella de la radio ni los videoclubs o las descargas de internet acabarán con el cine, así sucederá con estos nuevos soportes. Crecerán, se desarrollarán y se harán objetos de uso cotidiano, pero el libro perdurará.

 De todos modos, para quien como nosotros llega casi siempre tarde a todos partes, no hay prisa. De modo que no vamos a comenzar a correr ahora para ser los primeros de la clase. De momento, esperamos.






3 comentarios:

  1. hola Enrique!

    Me gusta como lo cuentas porque me veo reflejada en lo que dices y porque apetece acompañarte en esas reflexiones, es un discurso que me despierta el interés a leerlo, a seguirlo.

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  2. Muchísimas gracias. Pero ya verás como a no tardar acabaré por tener uno de esos aparatos y andaré ansioso descargándome todo tipo de libros.

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  3. Mirad este enlace (no se me permite enlazar directamente, os toca copiar y pegar:

    http://quijote.bne.es/libro.html?pagina=1-000

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