miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pensamientos abstractos

Debe de ser cosa de estos vientos coléricos, que nos ponen la cabeza patas arriba, pero el caso es que, paseando hacia la biblioteca, a devolver una novela de Fred Vargas y con la intención de tomar prestados cinco gruesos volúmenes que con toda seguridad no vamos a tener tiempo suficiente para leerlos todos, me asaltó una idea imprevista, inesperada y sin fundamento alguno, porque iba uno pensando en las cosas más prosaicas. Pero así es la cabeza de uno, sobre todo si soplan aires fríos y violentos.
Era un pensamiento sobre el arte abstracto. Bueno, llamarlo pensamiento tal vez sea demasiado optimista. Vendría a ser, más bien, una razón que explicaría por qué  nos gusta tan poco la abstracción artística. Va uno pensando en las compras que tiene que hacer en el supermercado y, de pronto, se encuentra uno teorizando sobre arte. ¡Qué cosas!




Al llegar a casa, después de pasar por Mercadona, abrí la libretilla verde que llevo a todas partes en el bolsillo del abrigo, e intenté apuntar lo pensado. Me costó bastante. Una cosa es pensar algo, y otra escribirlo. Tan difícil, para mí, como atrapar una mariposa con las manos. Hice tres intentos y, ahora, no sé cuál es la versión más presentable. Por eso, voy a poner aquí las tres versiones, a ver qué ocurre.

Versión 1
El problema del arte abstracto es que, muy a menudo, en él los buenos pintores se confunden con los malos, porque los resultados de unos y otros suelen ser semejantes, y así no hay forma humana de distinguir lo que tiene algún valor de lo que no vale nada.

Versión 2
El arte abstracto es un arte absolutamente democrático. Dentro de él, valen lo mismo el pintor de talento y el mal pintor. No hay manera de distinguirlos.

Versión 3
El arte abstracto es una arte ecuánime. En él, no hay manera de distinguir al verdadero pintor del que no lo es. En esta clase de arte, tanto pinta,  pinta tanto, el uno como el otro.



4 comentarios:

  1. Pues mirado así, a lo mejor la abstracción está en quien contempla la obra.

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  2. Yo no entiendo mucho de arte, ni abstracto ni sin abstraer. Como bien sabéis, supuestamente lo mío son las ciencias, por lo que cuando veo un cuadro abstracto me pasa lo que comentábamos esta mañana en clase con Mª José; pienso "¿será que no lo entiendo o es horrible de por sí?"
    Quizá esto es una ventaja ya que no me tengo que preocupar de dstinguir entre buenos y malos pintores.

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  3. El grado de homogeneización al que estamos llegando, querido compañero, me tiene no sé si confusa o preocupada. No precisamos reuniones infinitas ni contubernios para hablar de lo mismo, con la misma intención y casi a la misma hora. Y no necesariamente de la crisis ni de sexo, temas de interés tan general como los partidos en abierto. ¿Habrá conseguido el bendito Plan de Calidad convertirnos en un mecanismo de relojería suiza? Digo esto porque, como bien dice Rocío, precisamente esta mañana leía en clase con mis alumnos de Bachillerato un trocito de "La deshumanización del arte", de Ortega y Gasset (en confianza, don Ortega) y veo que más de uno se ha sentido identificado con el filósofo cuando este asegura que "se siente humillado frente a una obra artística quien no la entiende", poco más o menos. Ese deambular de la mente entre el reconocimiento de la propia ignorancia y la poderosa sensación de que nos están tomando el pelo mientras posamos la vista sobre el lienzo absolutamente negro, o verde, o morado, sin más silueta o figura que las que componga la imaginación en su afán por sacar alguna emoción o provecho, no nos es ajeno, témome. Cómo no acordarse de Yasmina Reza en la exitosa comedia titulada "Arte": Un hombre que acaba de adquirir un cuadro muy caro y muy vacío (totalmente blanco, de hecho) cita a sus dos mejores amigos esperando de ellos una opinión favorable. No cuento más por si tenéis la oportunidad de verla. En Madrid la representaron Pou, Hipólito y Flotats, y fue magnífica. Después fue Ricardo Darín quien asumió el protagonismo en una versión con actores argentinos, también en nuestro país. Igual que esta mañana ha ocurrido entre nosotros y don Ortega, la identificación con lo que se dice en escena sería inevitable.

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  4. En Gijón vi esa obra, pero sin el gran Pou (grande como artista y también como ser humano sin más, altismo que es, que me lo cruce un día por los madriles.Y me lo pasé muy bien.

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