miércoles, 15 de febrero de 2012

The Artist

El sábado llevé a P. y a su amigo A., que son muy aficionados, a ver La amenaza fantasma en 3D. Yo tenía pensado entrar con ellos y verla también, pero P., en su lucha diaria por conseguir mayor autonomía, me comentó que podía muy bien irme yo a otra sala, a ver algo más acorde con mis gustos. Al principio me negué, pero comenzó pronto a picarme el gusanillo, pues no sabía muy bien si me apetecía estar tres horas enfrascado en las luchas galácticas. Y más aumentó mi desazón cuando vi que media hora después de empezada la suya, proyectaban The artist, de la que había leído muy buenas cosas y que me tenía intrigadísimo por esa osadía de atreverse a rodar hoy una película muda.


Llamé a los padres de A., el amigo de P, a contarles mis dudas, pues no me parecía bien ofrecerme a llevarles al hijo al cine y luego dejarlo solo, junto con el mío, en una sala inmensa... Me dijeron que les parecía muy bien, que ya era hora de hacer esas cosas, y que no me preocupase.

De manera que saqué dos entradas 3 D para ellos y una normal para mí. Los acompañé hasta su sala, busqué con ellos su fila y sus butacas, les di algunos consejos, les dije que no se pusiesen las gafas del 3D hasta que empezase la película, les recordé que yo iba a estar en la sala 2, y que si necesitaban algo saliesen y me buscasen... Todo eso les dije y unas cuantas cosas más.

P., entonces, informó a su amigo: "Mi padre se piensa que a lo mejor se derrumba el cine, o se imagina que puede haber un incendio, o que igual viene alguien y nos secuestra... Tiene mucha imaginación mi padre, y es muy optimista".

Entendí que era la hora de retirarme a mi sala 2. Mientras esperaba que comenzase mi película, proveché para corregir unos exámenes que me había llevado en previsión de esa media hora muerta. Cuando se apagaron las luces, éramos cuatro en la sala. Mejor, pensé. Y efectivamente, fue una delicia de película, una osadía, sí, pero una osadía sorprendente. Una película como las viejas películas mudas y, al mismo tiempo, una película tan actual y moderna como cualquier otra, que se podrá ver toda la vida. Tal vez no una gran película, no lo sé, pero es seguro que hará reír y llorar, emocionante y tierna, cada vez que alguien la vea... Casi hasta me olvidé de que P. y A. estaban solos en otra sala. Casi.






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