lunes, 6 de febrero de 2012

Crónica deportiva

El viernes el equipo de P. no perdió. Les tocaba contra los de las Seiscientas, pero como tenían estos una excursión, pidieron el aplazamiento, y lo jugarán, ese partido, otro día. 

El jueves, en cambio, en el futbito, no solo caímos derrotados después de un final de infarto, sino que yo volví a casa con el dedo gordo del pie derecho lastimado. Sucedió que me disponía a rematar a puerta con ese pie, el malo mío, tras un hermosa pared con A., que tiene un guante en el suyo, cuando un defensa rival se cruzó a la desesperada, como si la vida le fuese en ello, de tal modo que golpeé al balón y a su tibia juntamente. Yo apenas me quejé, que para algo soy del norte, pero él lanzó un dolorido lamento y se quedó unas segundos tumbado en el suelo. Puro teatro. Se levantó de inmediato y al poco nos coló dos goles como si tal cosa, mientras yo cojeaba pundonorosamente por la cancha. 

A la mañana siguiente, tenía el dedo del color de las berenjenas, y bastante hinchado. Lo cubrí con un grueso calcetín -el frío era afilado-, y me fui a la universidad, que teníamos cita para que les mostrasen a los alumnos de 2º de Bachillerato lo moderna que es la de Castilla-La Mancha. Uno de los profesores que los recibió hizo una intervención antológica alertándolos de los peligros de la inconsciencia juvenil, esa que les hace olvidarse de los plazos de las matrículas y las becas. Al lado de los de Muchachada Nui no habría desentonado lo más mínimo. Si llego a saber que íbamos a ser regalados con semejante monólogo, lo hubiese grabado con el móvil y lo habría podido colgar hoy aquí. Sin embargo, no disfruté del todo, porque sentía latir mi dedo gordo como si le estuviesen bombeando aire, y no quería ni imaginarme el color que tendría en esos momentos.

Al llegar a casa, como efectivamente el color era inquietante, y el aspecto el de una morcilla de Burgos, me fui al médico. Fui en coche, no solo por el pie, sino también por el frío, negrísimo, y porque también había que arreglarle a este la luz de cruce, también la derecha, que se había fundido.

Iba fantaseando con una escayola y una muleta, y con lo interesante que estaría uno así, con semejantes complementos. "¿Qué te ha pasado?", me preguntaría la gente, y yo, con aire desolado, les contestaría que jugando al fútbol, y se creerían todos que soy un futbolista magnífico y un gran deportista.

Pero al médico no le impresionó lo más mínimo mi dedo gordo, descartó la rotura y me recetó un gel antiinflamatorio y que dejase de jugar al menos durante quince días, que ya vamos teniendo una edad...

Luego, en el taller, también resolvieron lo del foco fundido en un santiamén. Mientras esperaba, una pareja que acababa de comprarse un coche nuevo se fotografiaba delante de él, y le pedían al comercial que los sacase guapos, y que se viese bien el coche...

Eso fue lo que pasó el primer viernes en el que el equipo de P. no perdió.




1 comentario:

  1. Gran crónica.
    Por cierto, que el señor de la Universidad al que te refieres, debe ser el mismo que nos dio la charla a nosotros el año pasado. No sabíamos si reír o llorar.

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