martes, 22 de mayo de 2012

Huelga


Me mandó ayer mi prima M.J. el siguiente documento. Aunque se titula "Decálogo del esquirol", solo tiene seis puntos. Me imagino que porque solo los latinistas deben de saber cómo se llama un manifiesto de menos de diez puntos. Además, eso de los decálogos no deja de ser una fantasía, un intento de representar los asuntos de este mundo de una forma redonda y cerrada, y ya se sabe que casi nada es redondo ni cerrado, y mucho menos el mundo. Dice así:

1.    No hago huelga porque económicamente no me lo puedo permitir.


No puedo permitirme que me descuenten cien euros, entendedlo. Yo y toda mi familia pasamos tanta hambre que el sueldo de un día nos resulta mucho más imprescindible que plantarnos ante una pérdida de derechos histórica. El sueldo de un día es más importante que exigir que nuestros propios alumnos no se vean hacinados en grupos de más de cuarenta; que no puedan ir a la universidad porque sus familias no puedan pagar una subida astronómica de tasas; más importante que se cercenen nuestros derechos laborales como empleados públicos o que se despida a 40.000 profesores COMPAÑEROS NUESTROS.
    2.  No hago huelga porque las huelgas no sirven para nada.


Las huelgas no sirven para nada, porque como todos sabemos la huelga educativa de 1987 jamás existió. Nunca, a consecuencia de esta huelga, dimitió un Ministro de Educación ni se retiró un proyecto de Estatuto Docente del Profesorado. Todos los derechos de que disfrutamos actualmente nos los echó por la chimenea Santa Claus, esto es un hecho.

 
3. No hago huelga porque yo estoy a favor de otro modelo de protesta.


No hago esta huelga pese a que es una huelga histórica, general para todas las etapas educativas desde infantil a la universidad en todos los rincones del estado, porque yo prefiero una huelga a la japonesa, o no firmar actas, o no hacer exámenes, o dar un aprobado general, o hacer una manifestación al mes, o una huelga indefinida… pero que nadie se entere de que todas estas cosas son compatibles con un éxito de convocatoria de la huelga del día 22 de mayo o mejor, que nadie sepa que si cualquier día de estos convocasen alguno de esos modelos de protesta tampoco estaría de acuerdo con ellos, sino con otro distinto que se me ocurriría de forma repentina. Mejor colaboro en hacer fracasar esta convocatoria y en dejar pasar una oportunidad única para asegurarme de que no se convoca ninguna movilización más. Esta es mi sublime estrategia para luchar por mis derechos, los de mis compañeros y los de mis alumnos presentes y futuros.


    4. No hago huelga porque no estoy de acuerdo con los sindicatos.

     La huelga no es a favor o en contra de los sindicatos, asociaciones de padres, madres y alumnos, asambleas y plataformas de profesores, vecinos y cuidadanos ni partidos políticos que la convocan y/o apoyan. La huelga es contra los salvajes recortes en la Educación Pública, una reducción del presupuesto de más de 3.000 millones de euros que supondrá una masificación de las aulas, el despido masivo de profesores y por tanto un grave deterioro de la calidad de la enseñanza y de las condiciones laborales del profesorado. Además, la subida de las tasas universitarias y el encarecimiento astronómico de los másteres limitará las posibilidades de acceso a la educación superior de los alumnos cuyas familias no dispongan de recursos económicos suficientes. No olvidemos que los recortes incluyen una drástica reducción de las becas universitarias y de las ayudas a la compra de libros o comedor escolar en el resto de etapas.  Pero yo no secundo la huelga para expresar mi desacuerdo con los sindicatos aunque ello suponga dar mi respaldo tácito a las medidas gubernamentales que perjudican gravemente tanto a mis alumnos como a mis compañeros y a mí mismo. 

 
5. Tengo derecho a no hacer huelga.  


Tengo derecho a ir a trabajar un día de huelga y voy a ejercerlo. El curso que viene más de 40.000 de mis propios compañeros no tendrán derecho a trabajar ningún día porque serán despedidos, o como se dice ahora “no contratados”. Mis compañeros o yo mismo puede que también lo seamos cuando perdamos el estatus de funcionario docente o puede que no cobremos una buena parte de nuestro sueldo si enfermamos, pero a mí me da igual. Lo prioritario para mí es defender mi derecho a trabajar el único día de huelga que se protesta contra todo esto (...)


    6. Quien me llama esquirol no es un demócrata.


Yo tengo derecho a reventar una huelga, a no secundar una acción colectiva que defiende los derechos de todos, y que convocan de forma unitaria todos los colectivos sindicales docentes, de padres, madres y alumnos. También tengo, faltaría más, derecho a beneficiarme de todo lo que se consiga con esta huelga y de lo que se ha conseguido en otras, aunque yo no haya participado en ellas. Lo contrario sería discriminación. 

Además tengo derecho a que nadie me considere un esquirol ni mucho menos me llame esquirol aunque lo sea.

La libertad de expresión de los que quieran decir en voz alta que ser un esquirol es ser insolidario, rastrero, egoísta y miserable es incompatible con la democracia. La libertad de expresión sólo es para aquellos que sentados en la sala de profesores nos dedicamos a decir que las huelgas no sirven para nada, que no vamos a secundarlas porque no nos lo podemos permitir o que a nosotros los recortes no nos afectan, aunque nada de eso sea cierto.  

Este decalógo de seis puntos termina con una cita contundente:

"Judas Iscariote fue un gentleman en comparación con un esquirol. Al traicionar a su maestro no le faltó el valor para ahorcarse. Y el esquirol no lo tiene".  Jack London.

Lo firma la  Asamblea del IES Arturo Soria.










 



3 comentarios:

  1. Yo estoy bastante indignado con la gente que se quedó al margen, como si esto en realidad no fuese con ellos. El año que viene, cuando todos tengan un horario bastante parecido al mío y estén impartiendo docencia, en condiciones límite, de materias en las que ellos no son especialistas, entonces hablarán y pedirán solidaridad. Ya será demasiado tarde.

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  2. Cierto, compañero. Un día de estos me voy a a hartar de regalarle mi cada vez más escaso sueldo a la Junta, a España, a los "mercados", y me voy a dedicar a ser "una buena profesional" una "excelente profesora", que es lo que dice ELLA que son quienes han ido a las aulas el día 22 a impartir docencia, que no decencia, en estos tiempos oscuros. No sabía qué insulto proferir cuando la escuché mentarnos, porque nos mancha solo con abrir la boca, como su maestra y mentora. Cuando esos queridos compañeros que son felices con lo que ocurre o a los que no parece preocuparles lo más mínimo la que se avecina se quieran dar cuenta de lo que vamos a permitir por su indolencia y su escepticismo, será tarde. Con más de cuarenta alumnos en el aula (no sé en cuál, porque no caben, pero siempre los podemos poner en nuestras rodillas), con cero sustituciones durante el primer trimestre (cero, has leído bien, cero), con cargos directivos a doce horas lectivas, con profesorado saturado que, además, tendrá que completar horario hasta más de 21 horas, si es necesario, desplazándose a otro centro, con grupos de diversificación con un mínimo de 20 alumnos o, si no, desaparecidos, y todo lo que se te ocurra pensar que puede pasar, ya podemos ir escribiendo la necrológica, no de la revista digital, que esa ya está pensada, sino del sistema público de enseñanza tal como algunos queríamos que algún día llegase a ser. Pero no, no hay que hacer huelga ni quejarse; los dirigentes de bancos y empresas que han llevado a la ruina al país estarán en sus cómodos hogares y, con un poquito de más suerte, en el Congreso, para velar por una muerte más justa de la pública y sus trabajadores.

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  3. ¡Qué razón lleváis, compañeros!

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