lunes, 28 de noviembre de 2011

Domingo en El Bonillo (otra vez)

Hace 18 años lo hacíamos muy a menudo, acercarnos a este pueblo, los domingos, a comer, pasear un poco y airearnos. Lo primero lo hacíamos en un pequeño bar de la plaza con un camarero tan educado, fino y cortés que, comparado con la mayoría de los naturales de ese pueblo, parecía haber cursado estudios superiores en la Sorbona... Las  gentes de El Bonillo eran entonces muy particulares. No sé si lo seguirán siendo. En realidad solo conocíamos a los jóvenes de entonces, a los que dabamos clase en Alcaraz. Al resto de la población casi se podía decir que no la llegamos a ver nunca, pues cuando llegábamos no encontrábamos nunca a nadie en las calles, solitarias todas, y tampoco en el paseo o a la hora de marcharnos. Aquellos jóvenes bonilleros eran todos un poco sanchopancesco ellos, y muy dulcineas ellas. Porque El Bonillo siempre nos ha resultado muy quijotesco.


En las alquerías arruinadas que se encuentran en el camino aún se pueden leer frases como esta: "El Bonillo es una nación" o "Los ojos de las bonilleras brillan más que las estrellas". Cómo no leerlas con una sonrisa en los labios. Y aún más, cómo no pensar en el melancólico hidalgo paseando silencioso y aburrido en un pueblo como este, y perdiendo la cabeza. 


Lo del nacionalismo acendrado es algo que, si te das una vuelta, no se acaba de entender bien, al comprobar que sigue sin verse un alma por las calles. Si les gustase tanto su pueblo, lo pasearían más, pensamos. Pero quién sabe. A lo mejor lo que les despierta ese orgullo es el Greco que guardan en la sascristía de la iglesia de Santa Catalina, o los quesos prodigiosos que se elaboran en algunas de sus casas, o la Fonda de Santiago, que fue donde comimos y que goza de merecida fama entre los glotones y sibaritas de más de trescientos kilómetros a la redonda...






Finalmente, lo de airearse, en noviembre, es facilísimo, pues es un lugar muy encumbrado, y soplan sobre él vientos muy fríos y destilados... Eso sí, vivifican de un modo indudable...


Ayer hacía un día precioso, de un azul muy limpio, con nubes deshechas como hilos de lana blanca... En la calle no había nadie, solo un par de chiquillos que jugaban al balón... En El Bonillo, ya queda dicho, nunca se ve a nadie por las calles...

3 comentarios:

  1. En El Bonillo, ya queda dicho, nunca se ve a nadie por las calles... Ni en El Bonillo, ni en Munera, ni en El Ballestero, ni en Peñarrubia. A mí, los pueblos así me dejan frío como una vela.

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  2. No digas, Jesús, que en Peñarrubia viste a un parroquiano y casi te quedas a vivir en su casa.
    Por lo demás, este fin de semana comimos queso de El Bonillo, riquísimo, sí señor. Pero la Fonda de Santiago, a la que va uno esperando comerse unos gazpachos o un ajo mataero, es famosa por los mariscos. Ya te lo decía esta mañana, yo estoy convencida de que alguno de los dueños asalta los camiones de Mercamadrid y se lleva la gamba roja casi viva.

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  3. Bonita la última foto de la Wikipedia.
    Normal que en estas fechas no te encuentres a nadie por la calle, la mitad de la población es gente mayor a la que estas temperatura no les hacen demasiado bien.

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