lunes, 21 de noviembre de 2011

Votando

Ayer fuimos a votar con nuestras camisetas verdes, esas que llevan una leyenda en favor de la educación pública.

Yo albergaba la secreta esperanza, que no le comuniqué a A. ni a P., de que algún interventor nos llamase la atención, o, mejor aún, que nos quisiera impedir dar nuestro voto enfundados en ella. Llevaba preparada una respuesta de casa. Fantaseaba con el pequeño escándalo que íbamos a provocar. Se ve que es uno un poco camorrista.

Pero no sucedió nada. Nadie nos dijo nada, salvo los amigos a los que encontramos, que tampoco se refirieron a nuestra vestimenta, sino a una próxima comida, el domingo que viene, en El Bonillo. Tan solo sorprendí dos o tres miradas curiosas, pero nada más. En un intento desesperado, me acerqué a un señor que llevaba colgada del pecho una credencial con el logotipo del PP, con el pretexto de preguntarle por la ubicación de la mesa electoral que nos correspondía. Me aproximé a él a pecho descubierto, esto es, con el chaquetón bien abierto, para que me viese claramente la camiseta, pero nada. Me contestó el hombre muy educadamente, con enorma cortesía, y ni se inmutó.

Volví a casa muy decepcionado.


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