miércoles, 25 de mayo de 2011

Planeta Benidorm (III y final)

Domingo

Como ya habíamos pagado al llegar, la salida del hotel fue rápida. Desayunamos, cargamos las maletas en el coche y nos fuimos a la playa.


Nunca más hablaré mal de Benidorm. Probablemente nunca volvamos a este pueblo, pero he decir que la gente con la que nos tropezamos parecía toda muy contenta. A la vuelta de Terra Mítica, nos perdimos y acabamos en el centro del pueblo. Estaba lleno de gentes que iban y venían o estaban sentadas en las terrazas de los bares y los restaurantes. Se les veía a todos, sedentes o paseantes, muy satisfechos. Vimos también, parados en un pequeño atasco que se formó ante un semáforo, una librería de muy buen aspecto.

Y camino de la playa, y ya sobre la arena, los ciudadanos con los que nos tropezamos se veían igualmente muy serenos y campantes, caminando a la orilla del mar o decúbito supino sobre las tumbonas.

Y en su Diario, Iñaqui Uriarte cuenta lo bien que se encuentra siempre en esta ciudad. Algo debe tener.


Nos dimos un baño. Estaba el agua transparente y limpísima y muy fría. Había, eso sí, medusas, pero pocas, muy vistosas y hasta educadas, que se apartaban en cuanto te veían. A lo mejor, en Benidorm ni hacen mal.

Comimos en una terraza al borde del mar y luego hicimos un poco de sobremesa en la Pastelería Moderna, Salón de te, reflexionando sobre el gentilicio de los habitantes del pueblo: Benifelices, benicontentos, benidurmientes... Al final le preguntamos al camarero. "Benidormenses", nos informó. Tampoco suena mal.

Y ya de vuelta a casa (Ibi, Tibi, Bier, Sax...), a votar...

Foto nocturna de Benidorm hecha por P., desde la terraza
 del hotel. Técnica del centrifugado, a saber, mientras se enfoca y dispara, debe agitarse la cámara como una coctelera.

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