martes, 6 de septiembre de 2011

Ardisana

En Ardisana, los primeros días, los pájaros que escuchamos son todos de la rama mecánica; pájaros líricos, hasta ahora, no hemos escuchado a ninguno…

Desde que llegamos aquí, las nubes ocultan las cumbres de las montañas y parece como si estuviesen estas ceñudas, ofuscadas, hoscas…

Aquí el tiempo es un entretenimiento seguro. Hoy, por ejemplo, ha amanecido muy nublado; al rato comenzó a llover, una lluvia dulce y fina…; después se abrieron las nubes y lució durante unos minutos el sol; luego unas nubes oscuras llegaron por el oeste,  cerraron el paisaje y rompió a llover con energía. Este chaparrón duró una media hora. Al cabo paró y salió de nuevo el sol, espléndido esta vez. Todo esto fue por la mañana. Por la tarde se repitió todo más o menos del mismo modo, por los mismos pasos y en el mismo orden. Como una segunda función en el teatro…

La casa que hemos alquilado este año es muy antigua. Los muebles son venerables, de maderas muy oscuras. Aunque está todo muy limpio, hemos encontrado en ellos, en los armarios, arcones y aparadores, todo tipo de testimonios del pasado: cartas de los años veinte o treinta, casi todas muy tristes, algunas de luto; documentos notariales, denuncias sobre asuntos de lindes, y un viejo álbum de fotografías: bautizos, bodas, grupos familiares…



En un gran arcón que hay a la entrada un montón de revistas y periódicos de hace sesenta o setenta años… También un buen número de libros piadosos… En un cajón de la mesa de la cocina un Baremo, libro de cuentas ajustadas. A lápiz, en la primera de sus páginas, la siguiente nota: “ el resmo, el ovillo, el jabón, la botella”, como si fuese el título de un poema vanguardista… Dentro, un viejo cromo de Chocolates Mayín y Troya, que se hacían en la Pola de Laviana…



Con todo esto, como de nuevo vuelve a llover, pasamos el tiempo muy entretenidos…









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