miércoles, 28 de septiembre de 2011

El secreto

En la barbería a mí se me pasa el tiempo volando porque mi barbero, Gabriel, me cuenta siempre unas historias estupendas... Y casi siempre me corta más pelo de lo que le pido  porque hasta que no termina no deja de darle a la tijera, y ni él ni yo caemos en ello...

En esta ocasión fue la de un amigo que se contrató como camarero en un puticlú. Llevaba el hombre largo tiempo en el paro y eso fue lo que encontró. Pero iba cada tarde desasosegado y con grandes dolores de conciencia porque se trata de un muchacho muy religioso, y  más aún que él sus padres, piadosísimos y grandes beatos. Les había contado que  había conseguido emplearse de guardia de seguridad en una nave del polígono de Campollano, y temía el chaval que alguien le descubriese el engaño y les contase la naturaleza de su nueva ocupación...

Pero fue pasando el tiempo y nada ocurría, de manera que se relajó, y confesaba estar muy contento en aquel lugar, donde todo el mundo era muy discreto y educado, y muy dulces y cariñosas con él las empleadas...

Hasta que una noche se encontró de frente y de repente con su tío carnal, hermano de su madre... Venía el tío acomodándose el nudo de la corbata y él con una bandeja llena de vasos sucios... Tras unos segundos en que los dos se reconocieron asombrados, el tío se rehizo y, tomándole por un hombro, se lo llevó hacia un rincón y, con una voz cordial y mundana que él no le había conocido jamás -también él, y su mujer, grandes beatos- le explicó: "Sobrino, tú y yo, aquí, no nos hemos visto nunca". Y tras darle unas palmaditas en la espalda, se fue tan campante...

Desde ese día trabaja el amigo de mi barbero en la más absoluta de las tranquilidades, pues sabe que de ninguna manera se podrán enterar sus padres de dónde trabaja cada noche, y solo se lamenta de no haberse dado cuenta de semejante seguridad mucho antes, pues se habría ahorrado así mil desazones y miedos.

Además, desde aquella tarde, con su tío las relaciones se han vuelto bonísimas, y cada vez que se encuentran le da este unos abrazos amantísimos y largos, y le colma de elogios. Eso sí, jamás ha vuelto a verlo por el puticlú....

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