viernes, 6 de enero de 2012

Los Reyes de Belem

Hoy, más que con la del día, amanecimos con la luz que brillaba en los ojos de los chiquillos, los de P. y los de sus primas, y con su alegría camino del salón, donde encontramos, un año más, algunos regalos. Después de abrirlos, en voz alta les dimos las gracias a los Reyes de Belem, que a estas horas ya están de regreso a su patria, por escondidos caminos, "por senderos en los que el viento barre las huellas, por el desierto sin memoria..." ¡Los Reyes de Belem!

Así titula Cuanqueiro uno de sus artículos. Cuenta en él, entre otros muchos prodigios, lo que sigue:

" De los tres reyes, en Mateo 2 no se dice el número, ni que fueran reyes, sino magos de Oriente; en Bizancio se disputó sobre su número, que algunos elevaron a setecientos setenta y siete; otros dicen que fueron doce, nueve, siete, cinco; los nombres no se sabe a ciencia cierta cuándo fueron inventados (...) y fue aceptado que el uno era anciano, el otro estaba en la madura edad y finalmente el otro era mozo(...) En Bizancio sabían otros nombres de ellos que ahora no se les dan (...)

San Juan Damasceno oyó una historia en la que el Niño hablaba con los Magos (...) y los Magos le decían a Jesús de dónde venían y maravillosos secretos. En Rusia  pintaban a los Magos descalzos ante el Niño, por respeto, y los coptos creían que tenían alas (...)

Pero hoy no es día de estos recuerdos, sino de contemplar, como en un cuadro de un anónimo flamenco, a las orientales majestades arrodilladas ante el Niño, con el oro, el incienso y la mirra en ricas copas en sus manos. Hay ángeles espectadores. Nieva lentamente y en las torres de la amurallada ciudad de Belem unos armados se pasean ajenos a la maravillosa escena, en la pobre cabaña pastoril".

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