jueves, 24 de febrero de 2011

Lenguaje inclusivo

¿Qué será eso? ¿Decir alumnos y alumnas, profesores y profesoras, bomberos y bomberas, señores y señoras? Al parecer sí. Es una preocupación de los políticos, que no fueron buenos estudiantes de gramática (¿tendría que haber escrito estudiantes y estudiantas?) pero que tampoco tienen ganas de aprender y abandonar esa ignorancia suya tan grande. Han sido varios los filólogos que les han avisado de la tontería, con fundamento, paciencia y multitud de ejemplos, pero ellos erre que erre. De todas formas, si no quieren aprender no es porque sean muy burros -que a lo mejor también-, sino porque lo suyo es otra cosa. Como en tantas otras ocasiones, no les interesa lo importante, sino lo que más llame la atención. No arreglar eficazmente lo que no funciona como es debido, sino hacer ruido, y gastar dinero y energías en propuestas demagógicas e inútiles.


El domingo, en una entrevista a Inés Fernández-Ordóñez, eminente filológa y séptima mujer en ingresar en la Academia -y esto sí es vergonzoso, que solo hayan entrado, hasta la fecha, siete mujeres, no que haya accedido a tan santo lugar-, le preguntaban sobre todo este asunto del "lenguaje inclusivo" y contestaba cosas juiciosísimas y llenas de conocimiento y sensatez, como por ejemplo que tratar de solucionar problemas sociales a través del lenguaje es un error, que eso es poner el acento en lo que menos ayuda a esos cambios.





Pues eso.

4 comentarios:

  1. Precisamente esta mañana en clase ha salido este tema, ahora que estamos estudiando la lengua española.
    Siempre que hablamos de la polémica del lengua sexista no puedo reprimir una sonrisilla al recordar al señor Cantó, que se enfurecía mucho con este tema (y con razón). "No, si aún pretenderán que os llame jóvenes y jóvenas", solía decirnos.
    Por cierto que el vocablo miembra es la palabra más horrorosa que he escuchado nunca, si es que puede ser considerada palabra. Totalmente de acuerdo con Inés Fernández-Ordóñez "la Academia no está para admitir las ocurrencias de una ministra solo porque vengan de ella."
    Well done.

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  2. Interesante entrevista, sí. Pero lo que más me ha gustado es encontrar a alguien con quien comparto una manía que me acompaña desde siempre, y no me refiero a la dentera que nos da, a ambas, el disparate del "género igualitario", no: es que yo también odio el verbo "descambiar". Nos gusta tanto reconocernos en otras vidas más dignas de atención, aunque sea en estos pequeños detalles... Cuando me he visto obligada a desandar mis pasos hasta Zara, pongo por caso, pantalones en ristre, a la busca de prenda más favorecedora o apetecible me he dicho "No, no te apures; simplemente los vas a cambiar por otros o, si no te apaña, a devolverlos y ya". Descambiarlos nunca, eso sería lo último. Lo escribo y me da grima, ya digo.

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  3. Miguel Ángel Rubio Sánchez27 de febrero de 2011, 3:32

    Recuerdo las clases de gramática histórica de D.José Damián Perona Sánchez, en las que afirmaba que llegaría un día en que los anlafabetos se subirían a los asientos del congreso de los diputados a tirarse pedos en los asinetos de terciopelos y discutir este tipo de cosas para poner maquillaje a la realidad y que, afortunadamente, él estaría muerto y no tendría que verlo. Así ha sido.

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  4. Gran hombre debía ser ese D. José, y, desde luego, un visionario.

    Tienes toda la razón, Mª. José, pero desde que sales a comprar con Trini, no creo que vayas mucho por Zara, y ahora los pantalones los cambias o devuelves en tiendas más exclusivas.

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