sábado, 19 de febrero de 2011

Mandoble

Pensaba yo que a Cercas, después del artículo del domingo, vendría alguna firma conocida a contradecirle, a decirle algo así como:

"Mire, señor Cercas, no. Lo que usted dice en ese artículo no es verdad. No es cierto que a su admirado profesor le haya colocado nadie en el paredón. No es para tanto, y comenzar su artículo citando a Hitler  resulta no solo desmesurado, sino de muy mal gusto. Tan solo hubo algunas quejas, razonables y expresadas con mucha educación, sobre ese post scriptum tan incomprensible y absurdo. Tampoco es verdad que todo el mundo se haya quedado en ese detalle nimio y nadie haya replicado a sus argumentos. Entre los quejosos pueden contarse varios médicos que le contestaron aquella afirmación suya, tan peregrina, de que aún no están del todo demostrados los perjuicios de la nicotina en los pulmones de los seres humanos".

Ese escritor conocido seguiría, pensábamos nosotros, más o menos así: "También es muy discutible afirmar que un artículo de Juan José Millás, como todos los suyos evidentemente literario , sea lo mismo que un artículo de opinión. Y muy delicado eso de que todo lo que aparece en un periódico no tiene por qué ser verdad. Además, cuesta estar de acuerdo con que los argumentos valen siempre por sí mismos, al margen de quién sea el que los esgrima. Sobre este asunto ya hizo Antonio Machado una glosa estupenda:
"La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón: Conforme.
Porquero: No me convence".

Y terminaría: "Tratar de disculpar al profesor Rico afirmando que esa mentira suya era un broma es, además de inverosímil, un mal truco. Tal vez el señor Rico disfrute de un  raro sentido del humor que le permite, tras una peroratoa encolerizada y muy seria dar un regate messiano y cerrar su texto con una gracia irónica. Puede ser. Pero no solo es difícil de creer, sino que nadie tiene por qué conocer las costumbres del brillante catedrático y es normal que la gente no capte semejante sutileza humorística. De manera que sobran también todas esas referencias a los agélastes -en griego "los que no ríen"-, que según el señor Cercas es como  Rabelais habría calificado a todos los que le han afeado al profesor su embuste. En definitiva, que de su artículo, señor Cercas, no queda nada."


Lo que no me esperaba era el bofetón que, con sus propias armas, le dieron el miércoles pasado, el mandoble tremendo que, en efecto una firma conocida, le propinó sin piedad  AQUÍ (y  glosado luego  AQUÍ).

Pienso que a este escritor conocido que le ha contestado a Cercas se le ha ido la mano, la verdad.  Con un artículo de réplica habría sido suficiente. Sin embargo, no podemos dejar de sentir cierto regocijo, porque creemos que, a partir de ahora, el señor Cercas va a andarse con pies de plomo, y se lo va a pensar dos veces antes de ponerse a escribir esas cosas y a defender lo indefendible. A mí me ha traído a la memoria los bofetones tremendos que nos daba un viejo y cansado maestro, cuando no pillaba hablando en mitad de una de sus explicaciones."¿Que no todo lo que se escribe en un periódico tiene que ser verdad?", habrá pensado el señor Arcadi, "pues ahí tienes esto". Y lo ha dejado sentado en el sitio igual que hacía con nosotros aquel pobre maestro.


 

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