Hoy, de camino al trabajo, me encontré a unos operarios municipales que estaban podando los árboles. Desde lejos, parecían unos playmóbiles recién sacados de su caja: tres o cuatro figuras muy quietas y envaradas, colocados alrededor de un pequeño furgón con una canastilla elevada, en la que estaba subido otro, este con una sierra en las manos. Iban tocados todos con unos cascos blancos y llevaban gafas de seguridad, chalecos anaranjados y conos rojiblancos en las manos. Todos los complementos.
El de la sierra, encumbrado en lo alto, la manejaba como un artista escultor, no de un modo regular y fluido sino a golpes de inspiración. Cortaba una rama y se retiraba hacia atrás, como para contemplar mejor qué tal le iba quedando la obra. Después de un rato inmóvil, le volvía la inspiración, encendía de nuevo la sierra eléctrica y cortaba otras dos o tres ramas. Las quimas caían en la acera e iban formando allí una escultura moderna, conceptual y abstracta. Y los árboles cada vez más expresionistas, con sus brazos mutilados al cielo...
Muy gráfico lo de los playmóbiles, la imagen te ha venido que ni pintá.
ResponderEliminarPor cierto, podador conozco yo a un estudiante del Don Bosco que no creo que se esté con tanta parafernalia y tanta estética.
¿No será el señor Pinar?
ResponderEliminarEfectivamente.
ResponderEliminarSegún me comenta, ayer mismo estuvo recogiendo los sarmientos.