sábado, 22 de enero de 2011

Niebla

Llevamos varios días de nieblas cerradísimas que velan el pueblo durante casi todo el día. Está todo fantasmagórico y quieto, londinense, los edificios difuminados, el fondo de las calles oscuro y sin luz, y pasan los coches, con los faros encendidos, silenciosos y lentos, como carrozas fantasmales. Es todo muy literario y antiguo, y resulta un placer llegar al fin a casa, abrir la puerta y sentir el abrigo de la calefacción y la luz eléctrica.



Antes de ponernos a nuestras labores, apartamos un poco las cortinas y contemplamos la calle, vacía y cubierta aún por esa niebla densa y tenaz. Y no nos extrañaría nada -y nos pondría además muy contentos- que surgiese de pronto un fornido bobby con su uniforme impecable y su alto casco.


2 comentarios:

  1. Noche, niebla, hora secreta
    tiempo del afilador
    es que ¿nunca va a ganar?
    un solitario soñador
    solitario perdedor.

    Los largos dedos del sol
    apartan el manto de niebla
    en este país que por siglos
    fue el final de la tierra
    y él va llorando, amigo
    por algo más que sus penas
    no hay luces en las ventanas
    ni bienvenida en la puerta.

    Al pozo de los recuerdos
    él ha ido a revolver
    y en las aguas remansadas
    hay mentiras de mujer
    y cuentan que él lo supo
    y que entonces lo mató
    la pena de haberlo sabido
    la pena de una traición.

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