miércoles, 16 de marzo de 2011

Atlántica XXII

Me acabo de leer el Indignaos, de monsieur Hessel. Y, efectivamente, me encuentro en un estado de ligero cabreo. Me ha llevado, esta lectura, no más de quince minutos, de manera que ya se imaginarán que, o tiene el hombre un gran espíritu de síntesis, o poco ha podido decir. Y es esto último, que no dice apenas nada. Nada, al menos, que no se sepa de sobra. Tendría que haber supuesto que, en tan breves páginas, seguramente no se puede hacer otra cosa.


Dice que la prensa ya no es independiente, que está en manos del poder y el dinero; que los logros sociales conseguidos tras la II Guerra Mundial corren grave riesgo de perderse; que hay, en el mundo, mucho dinero, más del suficiente, pero que cada día que pasa está peor repartido; que no son los políticos quienes toman las decisiones importantes, sino otros, no se sabe muy bien quién... Lo dice así, con frases no más largas que las que acabo de emplear, y, claro, se queda uno un poco con cara de bobo, esperando algo más, no sé, algún ejemplo expresivo y contundente. Cuenta también un poco de su vida, que ha sido apasionante, de sus actividades en la Resistencia francesa, y de cómo participó en la redacción de la carta de los Derechos Universales del Hombre cuando se creó la ONU... Pero lo hace igualmente de una manera muy somera. Y, eso sí, cada dos líneas anima a los jóvenes de hoy a rebelarse, a decir no, a indignarse... Lo cual está muy bien, qué duda cabe, pero...

Naturalmente, tendría que haber pensado que, con noventa años, no estaría el señor para escribir muchas más páginas. Eso lo comprendo. Ahora, que se editen estas pocas líneas y que te cobren cinco euros por ellas, me parece, efectivamente, indignante.

Unos días antes, sí que habíamos descubierto motivos reales, más ampliamente explicados y muy bien documentados, para esa irritación cívica de la que se habla tan vagamente en ese librillo decepcionante. Los encontré en una revista que se edita en Asturias y que me pasó mi hermano. Se llama Atlántica XXII y en este número que me he traído a casa cuenta con cierto detalle de qué manera los políticos de esa región -los unos, los otros y los de más allá- la han convertido en su pequeño reino particular, y cómo las practicas más inmorales, sorprendentemente legales algunas e ilegales las más -se ha encarcelado a un exconsejero, y a un par de altos cargos y funcionarios afines en lo que han dado en llamar Operación Marea-, son moneda corriente allí. Cuenta tales cosas que la noche que la leí me fui a la cama con unas ganas terribles de hacerme guerrillero, echarme al monte y asaltar a todos esos mandatarios y a sus cómplices a su paso por el Huerna, para darles su merecido, esto es, vaciarles los bolsillos, confiscarles el coche oficial y desterrarlos del Principado por una larga temporada. Cuesta esta revista, como el librillo de arriba, cinco euros, pero al contrario que aquel  su lectura asegura una indignación justa y bien fundada.

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