jueves, 24 de marzo de 2011

Información meteorológica

Hace un par de jornadas se celebró el Día de la  Meteorología. Soy gran partidario de esta disciplina y de la información que nos proporciona tan puntualmente. A mí, los hombres y las mujeres del tiempo me caen estupendamente. Soy un fiel seguidor de sus espacios televisivos y espero con fruición su presencia. Pasadas todas las noticias de los desastres que asolan al mundo, las banalidades deportivas y los breves minutos culturales, la aparición de estas gentes me alegra el día.


Tengo amigos a los que les ponen nerviosos estos profesionales por lo que gesticulan y porque, me dicen, en realidad nunca dicen nada nuevo: que hace frío en el invierno, calor en el verano, y en las primaveras y otoños un tiempo variable, incierto y desigual; que llueve más en el Norte, y es más seco y tórrido el Sur... Desde luego que llevan razón. Sin embargo, a mí esas obviedades me dan mucha tranquilidad, como a esos niños que piden que se les cuente, una y otra vez, el mismo cuento, sin permitir la más leve variación a quien se los relata. Tampoco les gusta a estos amigos nuestros que, en algunas cadenas, dediquen tantísimos minutos a este tipo de informaciones, y creen que es una manera más de distraernos de los asuntos  graves y serios de cada momento y adormecernos entre borrascas y anticiclones. Puede ser. Pero a mí me gustan mucho esos minutos y jamás se me hacen largos.


Yo creo que esto de la información meteorológica es uno de los grandes géneros literarios. Un género proteico, completo y muy rico, en el que se integran de forma natural y fluida la épica (sobre todo en los inviernos, con esos frentes borrascosos que avanzan y barren el territorio como invencibles y oscuros ejércitos sombríos), la lírica (por supuesto, en la florida primavera, pero también en  el otoño de melancólicos atardeceres y hojas caídas que el viento arrastra...) y la dramática (esos encantadores presentadores que gesticulan como dementes y  monologan frente a nosotros con  entusiasmo y denuedo...).

Además, hace un par de días hicieron su programa para mí. Abrieron su espacio con imágenes de Albacete, para ilustar cómo entraban, por el Este de la Península, grandes y ominosas nubes que se anunciaban cargadas de lluvias y tormentas. Inmediatamente después, subieron hacia el Norte, para mostrarnos que, en cambio, allí el día era luminoso, limpio y transparente, y pusieron unas bellas estampas de ... ¡Mieres! Me emocionó.

5 comentarios:

  1. Hasta hace quince días trabajaba en una biblioteca que está justo delante del centro que tiene en Asturias la Agencia Estatal de Metereología, de vez en cuando salía un hombre, miraba el cielo y volvía a entrar, mucha más actividad no se veía. Un compañero mio jura que un día le vió chuparse el dedo índice y levantarlo, yo eso, la verdad, no lo vi nunca, pero en general no me suelo fiar de sus predicciones.
    Begoña

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  2. Compañero, eres un romántico. No se me había ocurrido esta interpretación de la Meteorología como Arcadia en la que refugiarse cuando los tiempos pintan mal.Seguiré tu consejo.

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  3. Querida prima, esa estampa del meteorólogo que sale todos los días un ratito a mirar el cielo es estupenda. Y lo que dice haber visto tu compañero, si no es verdad, merece serlo. Así que yo me lo creo.

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  4. Ea. Pues yo recomiendo "tiempo de tormenta" con la gran Mónica Randall http://www.youtube.com/watch?v=J-Ak6MNqomU&feature=related

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  5. Supongo que esta afición tuya puede ser herencia de nuestros padres y abuelos que seguían con tanta fidelidad el parte diario. Ahora alucinarían con el protagonismo que tienen estos espacios en la actualidad!!

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